miércoles, 14 de julio de 2010

La nena de Luz




A la insanita.

Hoy  es el gran día. Han pasado exactamente nueve meses desde que Luz decidió ser mamá.
Durante este tiempo todo ha salido según el plan: ya cortó la flor más bella del jardín como lo hizo su madre el día en que quiso traerla al mundo, la escogió cuidadosamente para que su nena fuera la más bonita de todas. Tomó la enorme caja donde papá guarda sus botas para ir al campo y le tendió la cobija suavecita con que arropan a Dany cuando llora de frío, porque los bebes sienten todo antes de nacer y se pueden golpear o enfermar si no están bien abrigados. También guardó mucha comida, no quería que su nena pasara hambre y naciera flaca y debilucha, luego las otras mamás de la cuadra no la iban a querer y le dirían cosas feas. Por último junto al clavel que sería su hija recostó a Rufino,  para que la cuidara con sus ladridos de felpa de los monstruos que vienen cuando la luz se va. Cerró muy despacio la caja y la guardo en el clóset.

Todos los amigos de Luz la acompañan en el parto. Cómo  Luís es el doctor, él abrirá la caja, Carmen tiene preparadas las toallas para envolver al bebe y Emilio ha estado jugando manitas calientes todo el día para no fallar al darle  la nalgada. Luz llena de nervios puja y pega de gritos sin saber muy bien porqué, pero así pasa en las películas.
Luís toma aire y con mucha propiedad informa “Ha llegado la hora”, luego se acomoda un trapito como tapabocas. Las miradas de los niños se depositan dudosas en las manos que abren la caja,  mostrando el cuerpo de Rufino, inundado de pastosa podredumbre que devoran unas cucarachas peregrinas, felices de haber encontrado al fin su paraíso terrenal.

Luz, envuelta en la sal de su llanto, pregunta a mamá “¿Por qué hay bebés que se mueren antes de nacer?”



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